Hay algo profundamente conmovedor en ver una fotografía personal transformada en una escena que parece sacada de El Viaje de Chihiro, esa joya animada de Studio Ghibli que ha marcado a generaciones enteras. Es como si, por unos segundos, fuéramos parte de ese mundo encantado, de espíritus, trenes flotantes y baños termales llenos de magia. Por eso no sorprendió que, en cuanto ChatGPT habilitó la función de generación de imágenes con inteligencia artificial, miles de personas corrieran a crear su versión “al estilo Ghibli”.
Como abogado fascinado por la inteligencia artificial, mi reacción inicial fue legalista: ¿Esto es permitido? ¿Hasta dónde llega la protección del estilo visual de un estudio como Ghibli? Pero rápidamente esa inquietud se convirtió en algo más complejo: ¿Es justo? ¿Qué ocurre cuando la tecnología y la creatividad humana comienzan a entrelazarse de esta forma tan íntima?
¿El estilo puede tener dueño?
Desde el punto de vista jurídico, el estilo como tal —esa estética vaporosa, onírica y melancólica que caracteriza a Ghibli— no es protegible por derechos de autor. La ley defiende obras concretas, no ideas ni estilos. Un artista puede registrar a Chihiro, Haku o el Sin Cara, pero no puede monopolizar la idea de dibujar criaturas etéreas en paisajes nostálgicos ni una paleta pastel con trazos delicados.
Por eso, generar imágenes con IA que imitan el estilo Ghibli no infringe automáticamente la ley, siempre que no se copien personajes o escenas específicas. El debate, en realidad, está en otro lado: ¿cómo fue entrenada esa IA? Si OpenAI utilizó obras protegidas por derechos de autor sin autorización durante su entrenamiento, entonces podríamos estar frente a una infracción indirecta, aunque el resultado final sea original.
Fair use y tensiones modernas
Aquí entra el “fair use” o uso justo, una figura legal flexible que permite ciertos usos sin autorización siempre que sean transformadores, no perjudiquen el mercado original y aporten valor social. Entrenar modelos de IA se considera por muchos como un proceso transformador, ya que no reproduce las obras sino que extrae patrones para generar algo nuevo.
Pero, ¿eso basta? ¿Y qué hay de los artistas cuyo trabajo sirvió de base para esa IA, sin reconocimiento ni compensación?
Más allá de la legalidad: lo justo y lo posible
La cuestión no es solo legal. Es ética, cultural, y evolutiva. La IA generativa está desafiando los fundamentos sobre los que construimos el derecho de autor. ¿Cómo protegemos la creatividad sin frenar la innovación? ¿Cómo garantizamos que los creadores sean recompensados, sin obstaculizar el avance de herramientas que democratizan el arte?
Tal vez sea hora de rediseñar nuestras reglas: con licencias nuevas, mecanismos de transparencia, y diálogos honestos entre creadores, tecnólogos y usuarios. Porque la inspiración es un bien compartido, y la cultura siempre ha sido un reciclaje brillante de lo que otros imaginaron antes.
Y mientras todo eso se define, algo sigue siendo cierto: la belleza del universo Ghibli sigue inspirando a millones, desde la pantalla hasta nuestras propias creaciones. Si tú también eres fanático de ese mundo mágico, en Tico Ofertas puedes encontrar figuras originales del Studio Ghibli: desde Totoro hasta Chihiro, cuidadosamente seleccionadas para que puedas llevar un pedacito de ese universo a tu hogar.
Porque al final, la creación —sea humana o artificial— siempre empieza con una chispa de admiración por algo hermoso.